jueves, 29 de marzo de 2012

Hipertrofia mentalizada

Nacho se entrena en el gimnasio con la férrea intención de hipertrofiarse. Mira con sorpresa, y día a día, a dos jóvenes culturistas ostentosos y engreídos (A e I), que tienen por costumbre realizar bromas respecto del estado físico o formas de ejercicio a gente con la cual se relacionan. Cree que el estado físico y mental de ellos se ve influenciado por un probable consumo de esteroides.
Aquél día, Nacho solo podía ver parte de sus brazos en aquel espejo mientras ejercitaba los bíceps. Cerca del fallo muscular emitía el grito o gemido característico de los que practican ésta actividad física. Detrás suyo, los culturistas hacían dominadas, cerca de la última repetición (¿de dominadas o de biceps?), estallaron las carcajadas de A e I.
-Tranquilo John Travolta! Exclamó uno de ellos.
Creyó que la broma era destinada para él. Él cree en ellos como una representación extrerna de su yo ideal. Y, curiosamente, los admira y los odia.

Ponerle un nombre

Cuando no hago nada, es porque me quedo en blanco. Paralizado. Tieso. Admirando abstraído la blanca hoja virtual que aparece en el monitor. Y me pregunto si esa “blanquedad” mental crónica y que aparece en situaciones de trabajo no será una huella mnémica de la catatonia y la psicosis.

jueves, 24 de noviembre de 2011

Intervención para el llanto

Mientras terminamos de almorzar, escucho los padecimientos de mi compañera de trabajo. Me cuenta sobre su postergación del viaje al exterior con su novio debido a que el perdió ocho mil pesos. A cambio, se va a Buenos Aires una semana. Dice que está cansada, que duerme mal y hace 3 años que no se toma vacaciones.
En la recepción de sus palabras, puedo sentir su estrés. Trato de que mis palabras sean, más que una respuesta o sugerencia de amigo, un disparador para su autocrítica.
-Tenés que empezar a preguntarte en qué medida depende de vos todo lo que te pasa- le digo con absoluta serenidad.
Y repentinamente, la veo llorar, después de que cierra la tapa de su celular. Entonces, con la frialdad de una heladera y la objetividad del mejor árbitro de fútbol, sigo tratando de escucharla. No creo en el consuelo, en absoluto. El consuelo se logra por la perseverancia de uno mismo en el transcurrir del sufrimiento, o por obra divina.
Le pregunto si pasó algo además de lo que me contaba, y me dice que no.
Pienso que a veces el llanto, ese doloroso y casi agradable síntoma del alma, a veces necesita un empujón para salir. Tal vez mis palabras hayan podido condensar ese doloroso vapor que empaña el ánimo para que pueda ese sentir, transformarse en renovadoras gotas que al correr, puedan despejar su pesar.

martes, 15 de noviembre de 2011

La pelea por el título

Ya tengo el título, hoy lo fui a buscar. Ahora sigue lo que en las modernas escuelas de administración se conoce como Cajonning, o cajonear.
Proceso mediante el cuál un documento es guardado por tiempo indeterminado en un lugar que nadie recuerda, ni siquiera la propia persona que lo cajoneó, y que viene acompañado de una serie de manifestaciones observables a largo plazo, como amnesias u olvidos ... permanentes y progresivos, y una irreversible pérdida de datos acerca del desarrollo de la carrera o proceso que le dió origen al documento. Por ejemplo: "La concha del pato, hace tantos años que me olvidé de ese tema de mierda...", o bien "uh, negro, vos sabés que eso creo que lo vi, pero ni me acuerdo", así como también "no se para que mierda me cague estudiando tanto si al final está todo en la ley y lo puedo buscar ahí".
Puede el guardante, también, hacer alarde de que a pesar que cuenta con el documento que lo avala, prefiere desavalarse y valerse de otros medios para generar otro, por ejemplo "bah, mirá, en realidad soy ingeniero, pero nunca ejercí, me dedico al yoga", el boga que trabaja en la comisión técnica del INTA o el ingeniero agrónomo que trabaja en la AFIP, o el antropólogo forense que tras largas deliberaciones decidió dedicarse al origami.
El cajonning, en educación, demuestra una vez más la falla sepulcral e histórica del sistema educativo; y de todos los mamertos que alguna vez nos creimos la de Vigotsky, la historieta de los 33, la doctrina social de la iglesia, el EGB y el Polimodal, la directora de escuela gorda que no paraba de fumar en la dirección, el forro de anatomía que te cagó la vida más de 4 veces, el turro de Cálculo III que iba en pedo a dar clase y la señorita maestra que no deja que los nenes se caguen a trompadas en el recreo porque "no hay que pelear". Acá está mi vómito.

Bienvenida

Bienvenidos al blog. Pueden sentirse como en el suyo y opinar sobre lo que quieran. De aquí hacia abajo, encontrarán cosas escritas hace un tiempo, que no encajarían en el blog anterior.
Acásolohaypoesíadeldiscursoactoclinicoactopoéticosubjetividaddelalocuradeunoydetodosporquelascosasquelesucedenaunhombrelessucedenatodosinstitucionespoliticasociedadarteysubjetividaddetodoslosdias.

Repetición y locura

Piensa en la similitud entre repetición y locura. Luego se imagina su cotidiano trabajo. Todos los meses, todas las semanas, solicitar los mismos datos para elaborar estadísticas. Todos los meses, luchar contra esa resistencia de la gente para “hacer papeles”. Llamados telefónicos y lluvias de mails solicitando lo que ya saben, desde hace 2 años, que tienen que mandar antes del 15, y mandan el 25.
En algún lado leí, que locura es seguir haciendo lo mismo de siempre, esperando distintos resultados.
Y me acuerdo de mi hermano, que después de mostrarme denuncias que desde su trabajo presentan cotidianamente en la fiscalía federal, me pregunta cómo las veo yo, desde afuera. Le digo que ese tipo de escritos, con sus formalismos y formas, simulan cada uno de ellos, una situación inusual; que vagamente y por su condición inusual pretenden despertar la atención del fiscal para que se ocupe del tema. Como si fuese un exhorto, pero en vez de ser entre jueces, es entre una institución y otra distinta. Pero a la lectura, las denuncias poco dicen. Son pura forma. Son aburrimiento, son la cosificación del vacío, detenido en el tiempo. Y todas son iguales. Y creo que por eso las instituciones de ese tipo son tan burocráticas. Son la máquina que se ocupan de mantener la propia máquina. Tal vez por eso, la justicia es lenta. Entonces pienso en la salud de las instituciones. Como si éstas pudieran sentir.
Pero las defraudaciones millonarias, la evasión, una niña discapacitada que espera una decisión judicial de aborto terapéutico y una madre que llora desconsoladamente porque los asesinos de su hijo están en libertad no pueden entender estas razones.